Graus siempre ha desarrollado un papel estratégico importante, a la hora de permitir el paso hacia los valles del norte. Por este motivo, en el siglo XII se construye el puente, situado en la confluencia de los ríos Ésera y Isábena, aprovechando los cimientos romanos. Posteriormente fue reformado en el siglo XVI.

Tiene tres ojos, el central mucho mayor que los laterales. En los pilares encontramos tajamares, que presentan perfil triangular por la parte de aguas arriba y semicircular aguas abajo.